El vídeo consta de fotografías apretadamente montadas (fotografía, cine, vídeo) de Jerusalén y Ramallah. Estas tomas están respaldadas por ruidos de la señal de Radio y por sonidos originales del video. La secuencia de imágenes no contiene ningún contexto significativo para el espectador y por lo tanto carece de una lógica interna. Los elementos perturbadores del sonido y de las imágenes evitan dedicarle mucho tiempo a cada imagen, así como también para evitar una identificación con lo ya visto. Por medio del sonido se pone de manifiesto, que la comunicación desde el transmisor y el receptor está afectada. No hay comunicación real; es imposible comunicar en medio de imágenes de una situación real.



