
Durante diez años he visitado periódicamente a Abdullah en su apartamento. Lo filmaba con una cámara Super 8 y grabé nuestras conversaciones con una grabadora. Mi objetivo era documentar la manera en que Abdullah estructuraba sus recurrentes acciones cotidianas. Sus días están divididos en rutinas fijas las que difícilmente difieren unas de otras: siempre bebe la misma marca de té, en el mismo vaso, a la misma hora. Siempre se sienta en la misma silla. Después de un tiempo, yo también tenía un lugar permanente para sentarme, atribuyéndole un rol especial a este lugar. Con el tiempo, nuestros roles fueron cambiando. – El propio Abdullah comenzó a dirigir los diferentes tipos de tomas de cámara. Él determinaba cuándo y cómo quería ser filmado. Y empezó entonces él mismo a posar para la cámara. Era exactamente ese momento de su auto-presentación, en el que yo estaba particularmente interesada.


